Varias sillas, mesas redondas y brillantes dejaban a la imaginación del espectador todo tipo de pensamiento frente a lo que sería un verdadero cabaret nocturno reflejando a la vez el escenario completo del show que mostraría Casa Ensamble, Martini blues cabaret.
La gente comienza a llegar, pero a medida que se van sentando uno por uno, noto que son muy pocos los jóvenes que asisten a esta obra musical; Comienzo a pensar que la falta de espectador se da porque era un dia entre semana, o, por que en nuestra sociedad, la cultura le llega a unos pocos, y algunos simplemente prefieran ver Germán es el man que escuchar música de los años cuarenta durante dos horas y media.
Pero la lucha de estos artistas por dar todo en un teatro vacío no fue para excusa para que las luces de color rojo se fusionaran con el escenario haciendo sentir al espectador que más que estar en una casa viendo una obra de teatro, se encuentra en una travesía de ritmos, arter, música, danza y canción.
El centro del escenario comienza a tener vida propia, parece una pista en donde la mezcla de armonía, con estilo, aumenta cada vez más, es como un imán buscando la atracción del metal entre más complejo más atracción. Todo esto es gracias al grupo musical que más que acompañantes son los verdaderos protagonistas del show. El escenario se inyecta de pasión por la música que reflejan estos hombres al tocar, al coger el instrumento y convertirlo en su confidente, en su novia, en su amante, de cogerla con suavidad y hacerla suya por mucho tiempo. Los ojos de muchos de los espectadores reflejaban que querían sacar a su pareja y moverse como una hoja en verano.
La música suena una tras otra, la calma se estaba aproximando, y el volumen de cada una de las notas emitidas comienza a bajar su sensación, pero así como había calma aparece de la nada la fuerza de una glamurosa y misteriosa mujer , percatándonos de ella cuando se aproxima en la culminación de unas grandes y largas escaleras, esta mujer nos recibe con un repertorio que nos transporta a lo que suponíamos que eran los años cuarenta con y con su segura y fuerte voz nos dice ¡Señoras y señores bienvenidos a Martin blues cabaret!. .
El misterio se sigue apoderando de todo el lugar, imagino que algunos esperaban la actuación de Natalia Bedoya, otros esperaban escuchar este género musical que no es concurrido por las calles capitalinas y algunos porque se habían ganado entradas para entrar a esta obra musical
Esta mujer glamurosa acaba su momento de fama y sube las escaleras llevándonos a un espectáculo que no sabríamos sin tendría fin, los espectadores sabían que el entretenimiento no acababa en tampoco tiempo, y es cuando de la nada se oye una suave voz, una voz que pone la piel de gallina; este vozarrón sale de una puerta escondida que no es vista por muchos, una voz que no para y sigue cantando y es ahí cuando las venas del cuello se brotan como si estuviera inyectada de una droga de fuerza que mata a la gente. Mi oído se inyecta de esta droga cuando escucho una canción Frank Sinatra interpretada por Natalia Bedoya.
Se ve la facilidad que ella tiene al seguir con la misma entonación sin perder la voz, sin respiro alguna cuando sube y baja las escaleras del cabaret, igual hace su majestuoso esfuerzo para que se vea la preparación intacta no solo en el escenario musical sino en su actuación como cantante.
Mi compañero de mesa, una hombre aproximadamente de 45 o 50 años edad no deja de asombrarse con la voz de esta mujer envolviéndolo en una remolino que lo conduciría a un clímax personal,, ve que lo estoy observando, me mira y mira las alitas de pollo que estaba comiendo, vuelve y me mira a los ojos diciéndome ¡esto me llego al corazón!. Mi impresión no se hizo esperar, pensaba que los hombres que iban era por ver a esta joven cantante- actriz moverse como una serpiente de un lado a otro pero me equivoque, volví a ver todo el escenario y fue ahí donde sentí que la gente que iba como espectadora iban por que le gustaba verdaderamente este show. Sigo observando y me percato de que las personas que estaban en mi mesa al igual que la persona que me acompaño estaban hipnotizadas con esta obra, parecían perros guardianes en donde el perro mayor les daba la orden de no perderlo de vista y ellos lo hacían con la única diferencia que cuando se manipula a una manada no importa la edad, y en ese caso aunque no importa la edad, se notaba que los jóvenes no gustan por este género musical.
Cambio de luces. Cambio de música. El tango comienza ahora su show, pero antes de eso el jazz sigue en su mayor esplendor, baja una mujer acróbata en tela y se desliza hasta llegar a la pista central, sus movimientos y su cuerpo escultural comienza a deslizarse por algunas mesas haciendo sentir a algunos hombres parte de un verdadero cabaret. Todos estaban emocionados por esta mujer, pero yo quería saber verdaderamente que se sentía el tener la pasión por este género musical, me concentro en la música y veo al grupo tocar, cierro mis ojos y comienzo mi propio sueño, en donde su atracción central estaba dado por la escucha de cada una de las notas que emitía esta banda, afino mi oído y me dispongo a no pensar sino a sentir por mis poros esta suave música.
El tango no se hizo esperar, y como su tema principal era el amor, la mezcla entre los dos cuerpos y armonía mostraban la atracción y la suavidad con que se debe bailar este tipo de música, la suavidad que se debe tener para no dejar perder el hilo de la pareja ni de la melodía, ni muchos menos perderse sino que envolverse en pasos fino y complicados llevándolo a un sueño que se esfumaría en cualquier momento.
No quería que se esfumara ese momento ya que sentía en mis venas ese gusto por ese tipo de música, no quería cerrar mis ojos pero me quería ver en esa mujer, quería verme bailando tango, bailar al compas y estilo de Carlos Gardel, quería verme bailando con el ser que me envuelve no solo en atracción sino que me envuelve con sus manos y me lleva al compas de la música.
Pero es ahí cuando se quiebran mis ojos, cuando todos en el escenario hacen un repertorio, siento que dos horas y media se pasaron velozmente, y es ahí cuando entendí la mirada de cada uno de los espectadores por no perder de vista cada momento y plano de lo que sucedía.
Se acercan al escenario cada una de las personas que tuvieron algún papel en la obra y es ahí cuando el publico entendió que se acabo por completo, que no habría más música, que no habría más vozarrón, que no habría más show de amor en donde la mujer se convertía en muñeca y el hombre la perdía, que no habrían mas canciones de Frank Sinatra o Ella Fitzgerald.
Y comprendo que el tiempo de espera no fue en vano y las felicitaciones no se hicieron esperar pero fue así como cada uno de los aplausos que se sentía se iban agotando y se iban perdiendo escuchando el agotamiento de la manos por seguir profesando felicitaciones, se podía ver el cansancio de cada uno de los protagonistas, pero ellos lo disimulaban ya que profesaban la satisfacción de haber realizado de nuevo el mismo show con el mismo profesionalismo.
Se cogen de la mano y hacen la reverencia, vuelven y miran al público pero deberíamos ser nosotros los encargados que hacer una reverencia ya que gracias a ellos estamos recordando música que se ha perdido y se ha esfumado. La gente se levanta y comienza a salir por esa escalera que nos mostraron en un principio que seguiría la obra y que no tendría fin.
También recuerda la importancia del título, este no es muy atractivo
ResponderEliminarRecuerda, no hay necesidad de anticipar lo que uno va a pensar: "entonces pensé", y también recuerda que lo importante es mostrar a ese personaje glamuroso, no sólo a partir del adjetivo sino a través de la crónica, haciendo uso de la descripción.
ResponderEliminarMe parece que el primer párrafo lo cuentas en pasado y en el segundo te pasas sin razón a una narración en presente. Cuando hablas de un género musical no puedes decir que no es concurrido, porque obvio no lo es. Las que no son concurridas son las calles. De la mujer glamurosa de la que hablas sabemos muy poco y parece ser importante. Fíjate mucho en que es más importante tratar de describir con los hechos que con adjetivos.
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