Varias sillas, mesas redondas y brillantes dejaban a la imaginación del espectador todo tipo de pensamiento frente a lo que sería un verdadero cabaret nocturno, reflejando a la vez el escenario completo del show que mostraría Casa Ensamble, Martini blues cabaret.
La gente comenzaba a llegar, pero a medida que se iban sentando uno por uno, sobresalían las edades maduras. Pocos jóvenes apreciaron este tipo de obras musicales, lo cual llevaba a cuestionar el interes cultural que genera este tipo de espectáculo en la juventud, la cual prefieren temas sencillos, superficiales y efímeros dados por las franjas televisivas nacionales. Pero el vacío dejado por los jovenes fue llenado insipientemente por la espectativa de señores entrados en años quienes esperaban ver las curvas voluptuosas de Natalia Bedoya.
El centro del escenario comenzaba a tener vida propia, parecía una pista en donde la mezcla de armonía, con estilo, aumentaba cada vez más, era como un imán buscando la atracción de seres complejos que en su mayoría iban buscando la desnudes más no el arte. El escenario se inyecto de pasión por la música de los interpretes quienes en ese momento poco les importaba el público, ya que ellos tocaban sus instrumentos como si fueran amantes experimentados.
La música comenzaba a caer, se presumía la calma mientras viejos caballeros torpemente se lanzaban para ganar una de las primeras sillas, aquellos lugares en donde Natalia Bedoya y su acompañante derramarían toda la pasión del cabaret sobre aquellos cuerpos añejos que seguirían soñando con tenerlas .
Aparece de la nada la fuerza de una glamurosa y misteriosa mujer en la culminación de unas largas escaleras; Esta mujer evoca los años cuarenta e introduce con su fuerte voz ¡Señoras y señores bienvenidos a Martin blues cabaret!.
El misterio se apodero del lugar. Algunos esperaban la actuación de Natalia bedoya, otros, simplemente querían escuchar la música, mientras los turistas capitalinos, quienes no sabían nada del cabaret simplemente observan boquiabiertos a las curvas que se deslizaban de un lado a otro. Esta mujer glamurosa acabo su momento de fama subiendo las escaleras invitando a un espectáculo sin fin. Los espectadores esperan en silencio mientras Natalia Bedoya con una voz seductora ponía la piel de gallina de cada uno de los asistentes.
Esta voz salió de una puerta escondida que no era vista por muchos, una voz que no paraba, seguía cantando, y era ahí cuando las venas del cuello se brotaban como si estuviera inyectada de una droga de fuerza que mataba a la gente. Los oídos de los espectadores se inundaron de esa droga cuando Frank Sinatra salió de la voz de Natalia Bedoya. Se veía la facilidad que ella tenía al seguir con la misma entonación sin perder la voz, sin respiro alguna cuando subía y bajaba las escaleras del cabaret, igual hacia su majestuoso esfuerzo para que se viera la preparación intacta no solo en el escenario musical sino en lo que era su actuación como cantante.
Por otro lado, los hombres que apenas estaban conociendo el invierno de sus vidas, es decir, en los tempranos cuarenta- cincuenta, no dejaban de asombrase ante la voz de esta mujer que los envolvía en un remolino cuyo estado final era el clímax interrumpido por los ojos inquisidores de sus compañeras quienes los obligaban a dirigir su mirada a las alitas de pollo que estaban en la mesa. Sin embargo, sus corazones los delataban y sus ojos reflejaban la alegría infantil que produce el recuerdo de la felicidad. Esta reacción es contraria a la que se creía.
Los asistentes a este tipo de espectáculos van más allá que a la simple contemplación de la joven cantante- actriz, la cual se movía como una serpiente de un lado a otro.
Los verdaderos espectadores del cabaret lo vivían y se comprometían con el espectáculo, razón suficiente para justificar la ausencia de jóvenes quienes en la actualidad serán reconocidos por su falta de compromiso
Cambio de luces. Cambio de música. El tango comenzaba su show, pero antes de eso el jazz seguía en su mayor esplendor; del cielo bajaba una mujer acróbata en tela deslizándose hacia la pista central. Sus movimientos y su cuerpo escultural comenzaron a deslizarse por algunas mesas haciendo sentir a algunos caballeros el alma de lo que era revolcar el espíritu de un cabaret. Todos estaban emocionados por esta mujer, al punto de cerrar sus ojos y sentir su silueta en el aire perfumado por las notas de los instrumentos. Pero este sueño pasajero se profundizo con el tango que no se hizo esperar, con su tema principal, el amor y la muerte.
La mezcla de los cuerpos armónicos mostraban la atracción, suavidad y maestría con la que se debía bailar la música del amor y del desamor , una maestría contemplativa que requería de esfuerzo , estudio y experiencia de movimientos lentos y sublimes los cuales eran entendidos por hombres y mujeres curtidos en los avatares de la vida.
Muy pocos jóvenes entienden esto, para ellos la ilusión termina con el “perrea mami perrea” palabras impensadas para un ambiente sublime, elegante y lujurioso como el del cabaret de casa ensamble.
Los espectadores no querían que se esfumara ese momento ya que sentían en sus venas ese sabor de vino robusto que producía el tango, las mujeres querían ser esa mujer y los hombres querían ser ese hombre, esa pareja que bailaba al compa de viejas canciones de Carlos Gardel.
Fue tan grande ese sabor a tango que algunos entusiastas invitaron a la pareja a bailar al lado de sus mesas, otros, seguían observando mientras sus sentidos se adormecían en medio de la bruma del lugar; y fue ahí cuando de un momento a otro el ensueño y la fantasía del cabaret se estaban haciendo realidad. Se acercaban al escenario cada una de las personas que tenían algún papel en la obra y como si fuera una suave caricia para despertar al publico hacían entender que el espectáculo había culminado , que ya no habría más música , que no habría mas vozarrón , que no habría mas show en donde la mujer se convertía en una muñeca y que no habrían más canciones de Frank Sinatra o Ella Fitzgerald.
El tiempo de espera no fue en vano las felicitaciones no se hicieron esperar, los aplausos se fueron agotando, las manos agotadas se fueron cayendo y las felicitaciones emergieron de las gargantas de los pocos espectadores quienes se entregaron completamente el show. El cabaret cerró sus puertas y el público salió a la calle en donde la juventud rampante continua escuchando este es el “negocio socio”.
Trabaja en la cohesión que debe tener el texto, que cada cosa que escribas sea un aporte al objetivo que buscas. Las entrevistas son un buen acercamiento, pero no olvides la importancia de no ir solo a las preguntas y las respuestas. Además, recuerda que la crónica necesita de hechos, indaga más sobre eso.
ResponderEliminarEl ejercicio de descripción con cambio de perspectiva ha mejorado cantidades desde el primer ensayo. Ahora, casi que se convirtió en un retrato fiel de lo ocurrido. Eso es lo que produce retomar una y otra vez un texto tratando de mejorarlo.
ResponderEliminar